Estudio del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile, realizado junto a la Universidad de Carolina del Norte y el Instituto Nacional de Salud Pública de México, fue publicado en The Lancet Planetary Health. La investigación identificó reducciones importantes en el consumo de calorías y nutrientes críticos (azúcar, sodio y grasas saturadas) a partir de la compra de comida chatarra, y subraya el positivo impacto sobre la salud pública, aún en el corto plazo.

En junio de 2016, Chile implementó la Ley de Etiquetado y Publicidad, un paquete de políticas alimentarias basadas en evidencia, que incluye el etiquetado frontal de advertencia obligatorio en los empaques de productos comestibles y bebidas no saludables, las restricciones al mercadeo de dichos productos y bebidas cuyo objetivo son las niñas y niños, y una prohibición a las ventas y ofertas de estos productos poco saludables en las escuelas. Esta ley se implementó en tres fases entre 2016 y 2019, con puntos de corte estrictos de los nutrientes para así determinar qué productos comestibles y bebidas requerían etiquetas de advertencia. El estudio evaluó los cambios en las compras de comestibles y bebidas con alto contenido de calorías, azúcar, sodio y grasas saturadas después de la Fase 1 de implementación.

Los investigadores analizaron los datos de compra de alimentos y bebidas de más de 2.300 hogares chilenos entre enero de 2015 y diciembre de 2017. La primera fase de la política incluyó los puntos de corte de nutrientes menos restrictivos. Los productos de alimentos y bebidas se clasificaron como “ricos en” cuando contenían adiciones de azúcar, sodio o grasas saturadas y superaban los umbrales de nutrientes o calorías de la Fase 1 y, por consiguiente, se sometieron a la reglamentación relativa a etiquetado, mercadeo y escuelas. Esta información se utilizó para analizar calorías (kcal), azúcar (kcal), grasas saturadas (kcal), y sodio (mg) consumidas por persona diariamente antes y después de implementar la Fase 1. La Dra.  académica del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, y una de las autoras del trabajo, destaca que “es fundamental seguir apoyando la correcta implementación de la ley y avanzando con otras medidas complementarias si queremos mejorar la nutrición de la población”.

Ley de Etiquetado: Chile como ejemplo mundial

Las medidas que incluye la Ley de Etiquetado y Publicidad de Alimentos -como los sellos de advertencia en productos que contengan nutrientes críticos como grasas saturadas, azúcar, sodio y calorías, y las restricciones a la venta y publicidad de estos productos alimenticios a niños y niñas, limitando su oferta en colegios- han sido promovidas como ejemplo a nivel internacional, siendo recomendadas por instituciones como la FAO y la OMS. Así, ya ha sido replicada en varios países de Latinoamérica como Perú, Brasil y México. Además, Israel comenzó su implementación y próximamente lo harán también Canadá e India. “Las leyes de Etiquetado de alimentos de Chile son el paquete de leyes más completo del mundo enfocadas a prevenir enfermedades como la obesidad y condiciones cardiovasculares. mejorar el suministro de alimentos, lograr dietas saludables”, explica la Dra. Camila Corvalán, académica del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile.

Hallazgos clave

Comparando las tendencias antes de implementar la Fase 1, se observaron descensos significativos en las compras de calorías, azúcar, grasa saturada y sodio, lo cual fue motivado por la reducción en las compras de productos comestibles y bebidas poco saludables “altos-en” en éstos nutrientes (productos con etiqueta):

-En comestibles y bebidas ricos en calorías, las compras descendieron un 24% (49 kcal) diariamente por persona, las compras de azúcar descendieron un 27% (21 kcal) por persona al día, las de grasas saturadas descendieron un 16% (6 kcal) por persona al día y las de sodio descendieron un 37% (97 mg) por persona al día.

-Las compras de los siguientes productos “altos-en” en estos contenidos disminuyeron significativamente después de implementada la política: jugos de frutas y verduras industrializados (reducción de 47 puntos porcentuales (pp)), bebidas y sustitutos lácteos (reducción de 31 puntos porcentuales), condimentos y salsas (reducción de 33 puntos porcentuales), carnes, aves y sustitutos de la carne (reducción de 11 puntos porcentuales), cereales para el desayuno (reducción de 11 puntos porcentuales) y dulces y postres a base de cereales (reducción de 8 puntos porcentuales).

Estas disminuciones también se observaron al analizar todas las compras de alimentos y bebidas, aunque se observaron aumentos en las compras de productos sin etiquetas de advertencia:

De todos los alimentos y bebidas, las compras descendieron un 4% (16 kcal) diariamente por persona, las compras de azúcar descendieron un 10% (12 kcal) por persona al día, en grasas saturadas el descenso fue de 4% (2 kcal) por persona al día y las de sodio descendieron un 5% (28 mg) por persona al día.