El melanoma es un tumor maligno que se desarrolla a partir de células pigmentadas de la piel, aunque en ocasiones también puede presentarse a nivel ocular y del intestino. El pasado 23 de mayo se celebró el Día Mundial del Melanoma, jornada que tiene como fin concientizar sobre la importancia de la prevención de esta enfermedad.

Si bien es un cáncer de baja frecuencia, se ha mostrado un incremento en la población, tanto en Chile como en otros lugares, especialmente, en Estados Unidos, Australia, Europa y las naciones nórdicas.

Según se explica en la guía médica canceronline.cl, la agresividad de este mal es alta, con una tasa de mortalidad de entre 10% a 20% de la población afectada, explica Lorena Lobos González, investigadora asociada del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (ACCDiS) y doctora en Bioquímica de la Universidad de Chile.

Sin embargo, el mismo documento dice que cuando se detecta en fases tempranas, éste puede tener un muy buen pronóstico, con mejoría de alrededor de un 85% de los pacientes con la simple extirpación quirúrgica.

Factores claves de su incidencia, indica Lobos, se relacionan con el deterioro de la capa de ozono y la mayor exposición a los rayos solares. Situación que puede observarse con más frecuencia en la zona sur de Chile. De hecho, dice, “en la Antártica se ha detectado en la población de pingüinos proliferación atípica en su piel, las que corresponderían a melanoma”.

Además, el uso de solárium, el exceso de pecas o las pieles muy blancas, son factores que predisponen a las personas a tener este problema. Pero además, advierte Lobos, “hay falta de información, preocupación y de cuidado –como la costumbre de no usar bloqueador solar-, lo que a su vez explica por qué muchos pacientes llegan con este cáncer en un estado avanzado, cuando ya la situación es más complicada”.

El melanoma es el tipo de cáncer a piel más agresivo que existe. En Chile, afecta a aproximadamente 2,2% cada 100 mil habitantes. Su diagnóstico clínico obedece a la observación de lunares que comienzan a evolucionar, indica Lobos. De ahí la nomenclatura del “ABCD del melanoma”, que dan cuenta de los cambios que ocurren en el lunar y que evidencian un cáncer: A: asimetría del lunar, B: bordes irregulares, C: color heterogéneo y D: diámetro sobre los 6 mm (Figura 1).

A modo de consejo, resalta Lobos, es importante observar el ejemplo del lunar en la figura 1. “Muchos pacientes que tienen lunares no consultan a un dermatólogo hasta que el tejido ya está muy transformado, es por este motivo que enviamos el mensaje de evaluar cómo evoluciona un lunar, observar su contorno, altura, coloración y bordes. Si algunas de estas características cambian, es mejor evaluar por un especialista clínico”.

Caveolina

La presencia de una proteína en el organismo, llamada Caveolina, cumple un rol dual en el desarrollo del cáncer, indica Lobos. Esto significa, que en estadíos tempranos puede actuar como supresor de tumores, mientras que en estados avanzados, como un promotor de metástasis (ver Figura 1).

La relevancia de la Caveolina, es un hallazgo de una investigación, fruto de cinco años de estudio de Lobos, y que publicada en la Revista internacional Pigment Cell and Melanoma Research.

“Este artículo abrió nuestra investigación a un mundo desconocido, donde la célula tumoral de melanoma se las ingenia para mantenerse comunicada con su entorno, con el objetivo de transformar este entorno y construir un nido, donde una célula tumoral pueda andar y seguir reproduciéndose”, señala Lobos. Sus resultados abren el camino a explorar nuevas terapias contra el cáncer en un modelo murino (cepas especiales de ratones), de características muy similares a lo que pasaría en un ser humano.

Lobos sabe que si bien es difícil hablar de una “cura” contra este mal, gracias a estos descubrimientos, se espera poder modular la presencia de Caveolina al momento de la cirugía resectiva, es decir, cuando se extrae el tumor. “A partir de ese instante, se esperaría que la estrategia médica logre frenar el desarrollo de metástasis. Esta preocupación no es menor, puesto que el Melanoma es un cáncer altamente invasivo. Sobre el 20% de la población que lo padece fallece, documenta la guía científica Canceronline.cl”.

Proteínas clave

El desarrollo de cánceres es, por lo general, un proceso muy lento. Puede tomar entre 20 a 30 años, explica Lobos, período en el que se van generando cambios diversos y sutiles a nivel celular los que, finalmente, gatillan la aparición de tumores.

En ese contexto, las investigaciones de los últimos años se han orientado a la búsqueda de genes que actúan como supresores o bien como oncógenos, “y al mismo tiempo, al descubrimiento de estrategias que permitan inhibir estos últimos, y por el contrario, ayudar a promover aquellos ‘guardianes’, que suprimen tumores”, aclara.

Sin embargo, la investigación también ha mostrado que existen genes y proteínas como Caveolina que pueden cambiar su función dependiendo del contexto; señala Lobos, específicamente el ambiente tumoral y los complejos proteicos que se asocien.

Lo anterior, representa, explica Lobos, un cambio fundamental en la manera de entender los procesos que lleven al desarrollo de cáncer, y por lo tanto también en cómo tratar la enfermedad. “Así, en el caso del melanoma, nuestro grupo de investigación describió que la función supresora de tumores de Caveolina, requería de la presencia de otra proteína, llamada Ecaderina”.

En los experimentos, el equipo ha podido observar que cuando las dos proteínas están juntas, la supresión de tumores es muy potente, señala Lobos, “ya que simplemente éstos no crecen y, entonces, la sobrevivencia de los ratones es por decirlo: eterna“.

Bajo esa idea, indica, se podría pensar en desarrollar terapias que permitan la coexpresión de estos elementos. De esa manera, gracias a la ayuda de biología molecular “se podrían manipular trozos de ADN, entregándole a las células tumorales la secuencia de la proteína E-caderina, con la idea de abolir el efecto promotor de metástasis de Caveolina-1, y analizar los resultados en modelos en vivo”, sostiene.

La hipótesis de la unión benéfica entre ambas proteínas, también se respalda en estudios donde se ha comprobado que Ecaderina desaparece en estados de cáncer avanzado y metástasis. Del mismo modo, se ha visto su existencia en las fases iniciales, donde actuaría como supresor, en conjunto con Caveolina. Estos resultados serían un paso adelante, para ensayar diferentes tratamientos.

“Otro aspecto positivo de los estudios es que la pesquisa del rol de Caveolina, también se ha hecho en líneas celulares derivados de otros tipos de cáncer, como cáncer de colon y de mama, demostrando la misma rol dual para Caveolina”, dice Lobos.

Lo más importante es que para lograr buenos resultados terapéuticos el camino es largo, aclara, ya que es fundamental que exista un balance y una efectiva funcionalidad de estas proteínas, pues éstas no se comportan del mismo modo en todos los pacientes y tipologías de cáncer. “Es por este motivo que nuestro grupo de investigación es multidisciplinario y se esfuerza día a día en la búsqueda de una respuesta”, indica.

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