La salud mental es un término que ha tomado mayor valor en los últimos meses, lo empezamos a escuchar con el estallido social vivido en octubre del año pasado y empieza a recobrar su fuerza con la pandemia, siendo la incertidumbre, el temor, la inseguridad y el estrés los principales sentimientos que experimenta gran parte de la sociedad.

Durante el último seminario organizado por ACCDIS, se conversó con la doctora Constanza Caneo, Psiquiatra, Máster en Ciencias de la Investigación en Salud Mental en University College London, Profesora de la Unidad de Psiquiatría de Enlace y Medicina Psicosomática del Departamento de Psiquiatría de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien abordó el panorama actual de la salud mental en tiempos de COVID-19 en Chile, definiendo como diagnóstico general la aparición de nuevos términos y mayor énfasis en otros, como: cuarentenas, crisis sanitaria, desempleo y desigualdad.

“Se empieza a experimentar un desequilibrio entre la rutina, el teletrabajo, modificaciones de los horarios y además se pierden las costumbres en las relaciones sociales” comentó la psiquiatra, quien también señaló que desde el panorama individual se hace notar la preocupación por contagiarnos entre nosotros mismo y aparece la ansiedad de salud, es decir “se descuidan las patologías crónicas, aumenta el síndrome depresivo, consumo de sustancias, obesidad y malos hábitos alimenticios” indicó la experta.

Por otro lado, la doctora también comentó que es importante considerar que la salud mental es un tema global, que también afecta al personal de salud, los cuales se enfrentan en primera línea a la pandemia “tenemos un alto grado de estrés, se habla de al menos 70% de presencia de insomnio, alta tasas de depresión o traumas; miedo a contagiar a nuestras familias, conflictos éticos entre la toma de decisiones y otros elementos, que sin duda son importante considerar” enfatizó la académica.

Desde el punto de vista del desafío que representa esta pandemia, Constanza mostró un gráfico donde se observa el impacto del COVID-19 en la salud, destacando con una curva ascendente la mortalidad y letalidad del virus y seguidamente se muestra otra curva creciente y sostenida en el tiempo que se refiere a la salud mental “lo cual es preocupante, esto se relaciona con los síndromes de estrés postraumático, enfermedad mental, impacto de la crisis económica y las desigualdades sobre la salud”, agregó Caneo, quien también explicó que otra de las curvas alarmantes, tiene que ver con la interrupción de la atención de enfermedades crónicas y aquellos pacientes críticos no COVID-19 que se verán afectado por las restricciones de recursos.

Durante la conversación la doctora aprovechó la oportunidad para explicar aquellas respuestas que son consideras normales por el ser humano, ante la vivencia de una crisis, como por ejemplo: miedo, enojo, tristeza, impotencia, culpa, preocupación, pesadillas, dolores musculares, retraimiento, desconfianza, discusiones y otros. “Somos humanos y es natural que se presenten estas sensaciones, siempre y cuando sean pasajeras y sean más los pensamientos positivos que los negativos” enfatizó Constanza.

Esto la llevó a abordar la siguiente interrogante, ¿qué debemos hacer cuando nos sentimos de este modo? A lo que respondió, en primer lugar, lo que se sugiere es generar resiliencia al estrés, se debe intentar tener un cuerpo sano y saludable que nos permita luego salir de la crisis y enfrentar otras situaciones “se pueden realizar pequeñas técnicas de meditación, por ejemplo pausas de 5 a 10 minutos” indicó.

Otro de los aspectos importantes es mantener una alimentación saludable, “se ha demostrado, que la comida chatarra y el consumo de pocos vegetales, generan más sensación de fatiga, cansancio e incluso síntomas depresivos ansiosos”. También es necesario respetar los horarios del sueño, hacer ejercicio, generar un sentido de pertenencia y objetivos y por último, pero no menos importante de ser necesario, solicitar ayuda médica.

Los niños y los adultos mayores

Con respecto a este grupo, la doctora ofreció una serie de recomendaciones, partiendo de la importancia de mantener rutinas flexibles, por ejemplo, el uso de la televisión, evitar noticias del coronavirus, incentivar los juegos en adultos mayores, incorporar a los integrantes de la familia en labores de la cocina u hogar y mantener la comunicación con amigos y familias.

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