La revista médica The Lancet ubicó a Chile, por segundo año consecutivo, como uno de los 50 países con mejores resultados en acceso y calidad. Pese a ser líder en la región, aún hay desafíos qué superar para llegar a tener un sistema público de salud mucho más robusto.
Las tasas de mortalidad de 32 enfermedades consideradas como prevenibles y evitables, estudiadas en 195 países, volvieron a darle a Chile la mejor evaluación de la región en acceso a la salud. Así lo revela un extenso estudio publicado en mayo pasado en la revista médica británica The Lancet, que por segundo año consecutivo ubica al país en el lugar 49 al valorar la calidad del sistema, siendo superado en todo el continente americano sólo por Canadá, en el puesto 14; Estados Unidos, en el 29; y Puerto Rico, en el 38.
Para eso, más de 100 investigadores, con financiamiento de la Bill & Melinda Gates Foundation, aplicaron el Índice de Calidad y Acceso a la Salud (HAQ por sus siglas en inglés) para cada una de esas patologías, desde enfermedades como la difteria -que se creía erradicada pero que ha vuelto a aparecer en el continente- hasta tumores de lento avance como el cáncer de piel tipo no melanoma.
Respecto a la metodología utilizada, Annabella Arredondo, académica de la Facultad de Medicina de la U. Andrés Bello y especialista en salud pública, explica que los investigadores establecieron una escala que va de 0 a 100, o de pésima a adecuada atención. Para aislar mejor los efectos potenciales de acceso y calidad de los patrones subyacentes de conductas de riesgo, señala Arredondo, estandarizaron las enfermedades por riesgo de muertes y causas específicas. Y cuando se trató de cánceres, apoyándose en los datos expandidos del Global Burden of Disease (GBD 2016), usaron razones de mortalidad por incidencia, en lugar de tasas de mortalidad estandarizadas por riesgo para proveer una mayor señal de los efectos de acceso y sobrevida.
Islandia está en el primer lugar y el top 5 lo completan otros países europeos. Esta vez, Chile registró una puntuación general de 78 en la escala y sumó dos puntos respecto al año anterior. La respuesta está en la positiva evolución del acceso y tratamiento de algunas enfermedades, a pesar de que otras bajaran su puntaje (ver tabla).
La subdirectora del Centro de Estudios Avanzados de Enfermedades Crónicas (ACCDIS), Catterina Ferreccio, explica que, en general, el estudio demuestra que el sistema local es de alta cobertura. O que la gente puede llegar al hospital. Además, la especialista destaca el avance que ha tenido el país en el ranking, si se compara con las cifras de 1990, cuando el HAQ era de 58,8. Esto se debe al desarrollo de la población y a la infraestructura hospitalaria, a que la gente tiene acceso a vehículos y a mejores carreteras, sumado al interés de los gobiernos por reducir la brecha en tecnología en salud, señala.
El salto que tuvo el cáncer testicular, de 19 a 71, es quizás el ítem a mirar con mayor atención y expectativa hacia el futuro, considera Ferreccio, debido a su incidencia. “Puede ser mayor a la que ellos estimaron y esto aumenta la mortalidad, aún si tienes buen acceso a cuidado médico”, sostiene.
Desde la inclusión de algunos cánceres en el régimen de Garantías Explícitas en Salud (GES), los pacientes de menores ingresos han logrado tener un acceso más oportuno a tratamiento, recuerda la especialista. A pesar de eso, las listas de espera todavía son un dolor de cabeza. Pero en el caso del cáncer testicular, al menos hasta el año pasado era mucho menor al de otros tumores, detalla un informe que la Subsecretaría de Redes Asistenciales presentó entonces al Congreso. En el sector público, de las 11.622 garantías de oportunidad GES que estaban retrasadas al 31 de mayo de 2017, ese tipo de cáncer fue de los que registró menos retrasos: apenas 1,4%, frente al cervicouterino (44%) o el de mama (16%).
CUANDO EL ACCESO ES MENOR
El hecho de que el cáncer de piel tipo no melanoma tenga un puntaje tan bajo también responde a la incidencia, explica la subdirectora de ACCDIS, y añade que el escenario podría mejorar con alerta y prevención. “En Chile, ese cáncer está asociado al arsénico. La cifra no quiere decir que tengamos un problema de acceso sino de mayor enfermedad, sobre todo en lugares remotos, donde la gente llega tarde a la consulta”, sostiene.
La jefa del Departamento de Manejo Integral de Cáncer del Ministerio de Salud (Minsal), María Inés Romero, tiene otra explicación: la exposición directa a radiación solar. Sin embargo, comparte la visión de Ferreccio sobre lo que hay que hacer para corregirlo, potenciando la prevención, sobre todo en sectores donde la exposición al sol es una condición laboral que no se puede negociar.
A pesar de que el estudio muestra que la leucemia bajó su puntaje de 54 a 40, la vocera del Minsal explica que el escenario es más complejo de abordar, pues no existe un único tipo y todos tienen pronósticos diferentes según la edad. Lo ejemplifica con cifras oficiales: la leucemia linfoblástica aguda (LLA) en menores de 15 años ha mejorado su pronóstico desde la implementación del Programa Infantil Nacional de Drogas Antineoplásicas (PINDA) en 1988, “aumentando la sobrevida desde 39% a 80% y hasta 90% en las leucemias de bajo riesgo”. Para Ferreccio, el bajo puntaje sólo es una muestra de que la enfermedad crece a alta velocidad. “Entonces la cobertura es insuficiente”, asegura. Opinión similar tiene la Dra. Berta Cerda, directora subrogante del Instituto Nacional del Cáncer (INC), quien señala que aún con acceso garantizado por GES, no se logra dar acceso al 100% de los casos por falta de especialistas.
Por Airam Fernández, Diario Financiero