Integrante del consejo asesor Covid-19 y una de las epidemiólogas más prestigiosas del país, la doctora Ferreccio dice que es urgente que el gobierno dé mensajes más claros a la ciudadanía: que el virus está lejos de ser domesticado, que las vacunas no van a llegar antes de abril o mayo y que los hospitales ahora sí que pueden colapsar.

Santiago está con el semáforo en rojo. El alza en los contagios y una sensación de relajo contribuyeron a que el gobierno declarara el retroceso a fase 2 de la Región Metropolitana. La decisión fue un mazazo para los santiaguinos, pero no lo fue tanto para los expertos que ya venían observando cifras alarmantes en el avance de la pandemia.

La doctora Catterina Ferreccio no sólo es parte de la Sociedad Chilena de Epidemiología, sino también integrante del consejo Covid-19 que asesora al gobierno en esta materia. Y si bien no estaba al tanto de la medida, la respalda totalmente. Considera que había que dar una señal de alarma porque ahora –a diferencia de abril pasado- el sistema hospitalario está al tope y ya no cuenta con la opción de derivar pacientes a regiones. Eso que parece una obviedad es parte esencial del colapso que esta segunda ola podría generar.

Investigadora del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas, esta epidemióloga ha seguido el paso a paso de la pandemia en Chile y el mundo. Eso le ha exigido estudiar, estar muy al día, para poder fundamentar con solidez sus puntos en la mesa que asesora al gobierno.

– ¿Era necesario un frenazo así? ¿Fue conversado en el consejo asesor?

-Lo primero es que sí, estoy de acuerdo con la medida. Y lo segundo es que no lo conversamos. Nos enteramos al mismo tiempo que toda la población. Otras veces también nos hemos enterado por la prensa de cuestiones que nos preocupan. En este caso, nosotros hemos estado muy preocupados por el crecimiento lento, pero sostenido de la tasa de infección, tanto en la Metropolitana como en otras regiones.

– ¿Qué factores están en juego en la RM?

-La RM es la que más preocupa por la densidad poblacional que tenemos y porque ya sabemos lo que sucedió cuando se disparó en la primera etapa. En ese sentido, es una buena medida tratar de bajar las cifras de contagio que llevan varias semanas creciendo. Por otro lado, la gente está en una actitud de que esto ya pasó, de que se vienen las vacaciones. Pero eso es lo que uno desea; no es la realidad.

“Ya tenemos ocupadas el 90% de las UCI en la RM. Y ese es un tema clave. Cuando esto partió en abril, la RM era el único lugar que presentaba casos. Entonces, cuando las UCI estaban sobrepasadas, podíamos mandar pacientes a otros hospitales de regiones”.

– ¿Será que se instaló un efecto más bien psicológico de soltar un poco?

-Claro, y el problema es que está prevaleciendo lo que uno quisiera que es irse de vacaciones, ver a los amigos, a la familia. Entonces, este golpe era necesario, porque no hemos podido parar la transmisión. Al revés, está aumentado.

– Además de los contagios, ¿qué más le preocupa?

-Ya tenemos ocupadas el 90% de las UCI en la RM. Y ese es un tema clave. Cuando esto partió en abril, la RM era el único lugar que presentaba casos. Entonces, cuando las UCI estaban sobrepasadas, podíamos mandar pacientes a otros hospitales de regiones. Ahora no lo podemos hacer, porque esas UCI también están ocupadas. Esos son los criterios que están pesando hoy.

– Hay gente frustrada, que no se veía venir una medida tan drástica…

-Es que uno tiene que mirar la tendencia de los números. Los casos estaban aumentando en casi 20% y las UCI están al 90% en todo Chile, con varias otras enfermedades. Si el Covid-19 se dispara, nos pilla con poca reserva. En abril, se podían enviar los casos a Concepción y a la región de Valparaíso. Ahora, las UCI están llenas con los enfermos que se habían postergado y agravado. Si aumenta el coronavirus no tendremos la holgura que tuvimos hace 8 meses. Y si a eso le agregas la enorme movilidad que hay en esta época, comparado con abril, era muy peligroso no tomar medidas más drásticas. Además, muchos chilenos están saliendo al extranjero y volviendo con una cepa nueva que es más transmisible.

– ¿Cómo es eso de una nueva cepa? ¿El virus mutó?

-Se ha detectado que hay una cepa que reemplazó al de Wuhan en muchos lugares de Europa. Es mucho más transmisible y afecta más a los jóvenes. Los ingleses lo estudiaron recientemente y aquí le pedimos al ISP que analice esa cepa.

– ¿Eso podría explicar un mayor contagio?

-Puede explicar la aceleración. Es muy probable que muchos viajeros están volviendo al país con un virus que es más transmisible. Además, hay mucho tráfico de población dentro de Chile. Ese también es un factor. Estamos en una época distinta. En abril, veníamos llegando de vacaciones y nos encerramos. Pero ahora estamos moviéndonos dentro y fuera del país. Entonces, realmente la situación se puede escapar de las manos mucho más que lo que fue en abril pasado.

– En ese sentido, ¿no es un poco inentendible que se mantengan abiertas las fronteras?

-Bueno, yo pienso que esa apertura la van a tener que revisar. La situación está realmente complicada. Nosotros nunca estuvimos de acuerdo con esa apertura.

“Es muy probable que muchos viajeros están volviendo al país con un virus que es más transmisible”.

– A veces los mensajes son contradictorios. Desde el Presidente que se pasea sin mascarilla hasta que se cierra la RM los fines de semana, pero el mall sigue abierto…

-Pienso que tenemos dos déficit potentes. Por un lado, aunque hoy existe una estrategia de contención, tenemos un déficit grave de comunicación. Falta nitidez, los mensajes hacia la población son contradictorios, tienen cosas ambivalentes y eso produce perplejidad en la gente. Esa es una deuda que es urgente subsanar. Hay que alinear la comunicación y explicar de qué estamos hablando. La gente se confunde.

– ¿Y cuál es el otro déficit que usted ve?

-El otro gran déficit es el aislamiento de los infecciosos. Y eso también va relacionado con el problema comunicacional. A la gente le cuesta aceptar el aislamiento, pero es la única manera de que la infección se contenga en este momento. Y debo decir que también me preocupa lo que estamos viendo con las vacunas…

– ¿En qué sentido?

-En que la disponibilidad de las vacunas no va a ser tan segura. Es altamente probable que se demore mucho más de lo que pensamos. Me refiero a tener una vacuna que permita cubrir a un número importante de la población. Eso no va a suceder en el corto plazo. Por lo tanto, también esa es una cuestión que hay que comunicar de buena manera. La población debe saber que esto va a tomar más tiempo porque, aparentemente, los laboratorios están disminuyendo sus cálculos alegres de cuántas vacunas podían producir.

– Pero el ministro Enrique París dijo que la vacunas iban a empezar a llegar en diciembre…

-Yo siempre he dicho que será por abril o mayo. Y lo que estamos viendo ahora es que algunos laboratorios han disminuido lo que habían dicho que iban a producir. Siempre pasa eso: te encuentras con problemas de insumos. Es lo que pasó con los PCR. Como todos empiezan a usar los mismos insumos, son más escasos. Aparentemente eso también va a pasar ahora con la producción de las vacunas.

– ¿Y en Chile no estamos asegurados?

-Sí, pero nosotros somos el pelo de la cola, como dice la gente. Lo que estamos viendo en Estados Unidos y Europa es que los laboratorios que están en la primera línea de producción, están bajando los cálculos de lo que podían producir. Yo pienso que como el gobierno de Estados Unidos fue el que financió la vacuna de Moderna y Pfizer, sus primeras obligaciones son con ellos. No con nosotros, aunque tengamos una promesa.

– Entonces, ¿no hay que tener la ilusión de que veremos la luz rápidamente?

-No, rápidamente, no. Sí, habrá cantidades pequeñas para el personal que está en la UCI, especialmente para que no tengan que irse a cuarentena y podamos contar con el personal de choque, pero probablemente ni siquiera haya disponibilidad para todo el personal de salud, que son cientos de miles.

– ¿Y la población de riesgo? En Inglaterra vemos que los adultos mayores han sido prioridad.

-Sí, pero estamos hablando de números muy grandes. Si piensas en los 3 millones de adultos mayores de 65 años, son 6 millones de dosis. Eso es lo mínimo. Y el personal de salud son otros cientos de miles. O sea, estamos hablando de cerca de 4 millones de personas que son los que han estado desde marzo en la primera línea: el personal de salud de las UCI, los carabineros que han estado controlando, los cajeros de supermercados, más la gente vulnerable por edad. O sea, son varios millones de dosis que hay que multiplicar por dos, porque casi todas las vacunas que están listas para usarse, son de 2 dosis. Esos números son los que yo no veo venir hasta fines del primer trimestre. Pero bueno, La Moneda sabe más que yo. Ellos están en esas negociaciones.

“El gran riesgo hoy es que se pueden sobrepasar los hospitales”.

PAULA DAZA: “MÁS EMPODERADA”

– ¿Estas medidas responden a una estrategia más alineada? En la primera ola vimos diferencias importantes entre los expertos y el ex ministro Mañalich.

-Hoy existe una estrategia de contención de la epidemia que no había en marzo ni en abril. Esa estrategia está siendo liderada por la subsecretaria Paula Daza. Ella entendió que si no paramos el flujo ahora, esta nueva ola podría llegar a ser peor por el problema de los hospitales. Ya no están todos disponibles.

– ¿Diría que este rebrote podría ser catastrófico, como lo dijo el propio ministro de salud? ¿Qué dice la comunidad médica?

-No hablamos de catastrófico, pero hay elementos que preocupan mucho si los comparamos con la primera ola. Por ejemplo, ahora hay mucho más volumen de contagio. Segundo, los casos estaban concentrados en Santiago. Entonces, todas las fortalezas de la estrategia hospitalaria, que era un sistema nacional integrado para cuidados intensivos, era súper bueno cuando era sólo Santiago. Pero eso ya no corre ahora. El gran riesgo hoy es que se pueden sobrepasar los hospitales.

– Mirando lo que ha pasado en Europa, ¿los rebrotes son más agresivos porque muere más gente?

-Al principio, cuando partieron los rebrotes en Europa y Estados Unidos, solo se veía el volumen de casos. Pero la mortalidad en esos países ya superó la primera ola. En ese sentido, el rebrote ha sido más agresivo. Pero no porque la enfermedad sea más grave, sino porque el volumen es más grande. Lo otro es que al comparar la primera y segunda ola, hay que tener claro que antes no había diagnóstico en ningún país del mundo. A todos les faltaba el PCR. No había insumos. Y sólo se hacían PCR a los que llegaban al hospital con una fuerte sospecha del virus. Por eso en la primera ola había más muertos que casos. Eso cambió. Hoy día tenemos más casos que muertes. Pero eso es porque antes no había diagnóstico. No porque ahora la enfermedad sea más benigna.

TENEMOS POCO TIEMPO”

– Usted es parte del equipo asesor, ¿el país está en mejor pie para enfrentar un rebrote?

-En la parte hospitalaria ya sabemos lo que hay que hacer. Yo confío que el subsecretario de Redes Asistenciales -que ha dirigido clínicas igual que Mañalich y por tanto tienen el mismo perfil- , puede hacer un buen manejo, aunque ya sabemos que el sistema hospitalario va a estar más lleno. Pero lo que a mí más me preocupa es que necesitamos que la población realmente haga cosas para que no se infecte.

– Además del lavado de manos, mascarilla y distancia social, ¿qué más habría que promover?

-Por ejemplo, necesitamos que los adultos mayores no se infecten para la Pascua. Tampoco los obesos, los hipertensos, los diabéticos… Necesitamos que no se expongan. Pero la gente está cansada y no le hemos dicho con claridad por qué no tienen que exponerse en estos tiempos. Eso me preocupa mucho. Tenemos poco tiempo. Me da terror la semana de Navidad y Año Nuevo. En ese sentido, es una buena señal pasar a fase 2 a toda la RM. Enciende una luz roja para la gente. Pero ahora tiene que venir el mensaje.

– ¿No se ha dicho todo, ya?

-Creo que hay que reiterar que es una enfermedad grave, que es una desgracia agarrársela. Explicar que si entras al hospital lo vas a pasar súper mal. No serás cualquier enfermo. Serás un enfermo que se está ahogado, que le meten tubos por todos lados, que se pone delirante, que se te echan a perder varios órganos. Es muy duro. Y que cuando sales del hospital, quedas con secuelas por 9 meses. Todavía hay gente con secuelas de la primera ola. El coronavirus no es una gripe. No es una influenza. No es que te van a poner oxígeno y vas a estar bien. No, no. Es muchísimo más grave y hay que decirlo más claro.

“El coronavirus no es una gripe. No es una influenza. No es que te van a poner oxígeno y vas a estar bien. No, no. Es muchísimo más grave y hay que decirlo más claro”.

– ¿Ha faltado claridad en el mensaje o será que también prima un mensaje más económico?

-Creo que esta tensión entre la economía y la salud es lo que genera el doble discurso, las ambigüedades. Pero a estas alturas ya sabemos cómo pega esta enfermedad en todos los países. Hay gente joven que se lo agarra y no le pasa nada. Pero hay jóvenes que terminan en diálisis crónicas. Mi punto es que hay que empezar a mostrar la otra cara de la enfermedad.

– ¿Debieran ser mensajes más aterrizados al cotidiano de las personas?

-Yo creo que el mensaje comunicacional para este fin de año es que hay que pasarlo con los mismos con los que hemos estado en estos meses. Mantenerse en esa misma burbuja y a los otros parientes saludarlos por zoom. Han pasado 9

– Entonces, ¿se puede hablar de que hay coherencia en la estrategia Covid-19?

-Nosotros somos asesores del ministerio de Salud y en particular de la subsecretaria de salud pública. Yo creo que ella sí tiene una estrategia y esa es la que debiera prevalecer en La Moneda. A veces le resulta. A veces no. Pero ella tiene claro el camino y ha ido avanzando.

– ¿En qué lo nota?

-Hoy ella está mucho más empoderada que lo que estuvo con el ministro anterior. Ha podido avanzar en una estrategia y nosotros nos sentimos un poco más seguros en el sentido que vemos que hay un avance. Lo que nos queda pendiente es el tema comunicacional que es re grave. Es muy importante que la gente entienda por qué pasan las cosas y entienda mejor las medidas.

– En línea con el tema de los mensajes comunicacionales, ¿qué imagen deja ver al Presidente sin mascarilla?

-No sé juzgarlo. Es difícil. Yo creo que él está como toda la gente que tiene tantas ganas de que esto pase. Tal vez piensan que lo peor ya pasó. Pero tanto el ministro París como nosotros, hemos dicho que no estamos seguros de que lo peor es lo que vivimos. Puede ser peor.

– ¿Lo peor está por venir?

-Si no logramos comunicar mensajes más claros y la gente se relaja, podría ser peor porque el sistema hospitalario ya está saturado y los equipos médicos están agotados. Y si nos llenamos de esa nueva cepa con todos estos viajecitos que se están haciendo, podríamos tener una ola de contagio mucho más grande.

Fuente: www.theclinic.cl