• Tecnología  es desarrollada en Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas.

Científicos diseñan nanovehículos para transportar terapia al corazón

  • Estudios son liderados por Dr. Marcelo Kogan, académico de la Universidad de Chile e investigador principal del centro ACCDiS.
  • Partículas minúsculas permitirán la liberación controlada de una molécula que entrega protección a este órgano, y es capaz de combatir hipertensión y otras enfermedades cardíacas.
  • Lípidos, hierro y oro, son algunos de los materiales que se están probando en modelos experimentales.

Diseñar nanovehículos que viajen por la sangre, con el fin de transportar una terapia al corazón, es la misión que están desarrollando investigadores  del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas, ACCDiS. Estas partículas minúsculas, elaboradas por el Dr. Marcelo Kogan y un equipo de especialistas, buscan entregar protección a este órgano vital y combatir la hipertensión arterial y otras enfermedades como hipertrofia cardíaca, que pueden traer graves consecuencias.

Los científicos están elaborando tecnología a pequeña escala con diversos materiales, tales como lípidos, y metales como hierro y oro, a objeto de garantizar la eficacia y seguridad del tratamiento en el organismo. Imperceptibles al ojo humano, estas nanoestructuras buscan ser vehículo del péptido Angiotensina 1-9,  molécula que  ha sido ampliamente estudiada por otros investigadores de ACCDIS, mostrando importantes efectos cardioprotectores y antihipertensivos en modelos de experimentación.

Contribuir al conocimiento y desarrollo de aplicaciones en este campo de la salud,  es  fundamental para  ACCDiS. Esto, considerado la alta frecuencia de enfermedades cardiovasculares, patologías que además son primera causa  de muerte en el mundo.

 Vehículo terapéutico

Respecto de la angiotensina 1-9 –investigada fundamentalmente por los Dres. Sergio Lavandero, María Paz Ocaranza y Mario Chiong- se ha descrito que su aplicación no sólo permite proteger al corazón y reducir la presión arterial, sino que también, puede ayudar a combatir la fibrosis y la hipertrofia –aumento del tamaño del corazón que ocasiona pérdida contráctil y de su funcionalidad-.

“Este péptido es un gran agente terapéutico, pero si nos proyectamos a su uso farmacológico, se necesitarían concentraciones muy altas para suministrarlo en pacientes, ya que éste se degrada rápidamente en la sangre. Esto implica que una persona debiera recibir la angiotensina de forma crónica, por ejemplo, mediante infusiones.  Sin embargo, con la nanotecnología podemos generar un sistema de liberación sistémico y seguro en la sangre que permita llevar sus efectos a la zona cardíaca y en dosis adecuadas”, explica el Dr. Marcelo Kogan, académico de la Universidad de Chile.

El Dr. Julián Bejarano, investigador asociado de ACCDiS, también se refiere a los objetivos de estos estudios: “Con las nanopartículas queremos generar un vehículo que permita proteger a la angiotensina 1-9 y poder liberarla controladamente en el miocardio, y no en otras zonas del organismo”.

Las investigaciones -en las que también participa el Dr. Francisco Morales-, ya están avanzando en modelos experimentales de células y animales que presentan daño cardíaco. Este hecho mantiene optimistas a los científicos, quienes esperan obtener resultados favorables en los próximos seis meses. “Si logramos concluir con éxito los estudios preclínicos y logramos pasar a las siguientes fases, será importante también contar con mayores recursos y establecer alianzas con laboratorios”, comenta Kogan.

¿Cómo esperan administrar esta terapia en el organismo? Los científicos aún deben explorar las mejores estrategias para analizar si el empleo de estas nanopartículas será por la vía oral o mediante una inyección.

 Esferas, lípidos y oro

 Julián Bejarano, especialista en materiales e ingeniería, está desarrollando estrategias que favorezcan una liberación dirigida y controlada de este péptido terapéutico. Una de ellas, es la utilización de liposomas, estructuras que han mostrado seguridad en otras aplicaciones farmacéuticas.

“Un liposoma es una vesícula esférica, que está compuesta de lípidos y tiene cola y cabeza, formando bicapas. En nuestro caso, estamos investigando el uso de liposomas termosensibles y pensamos que la angiotensina podría estar encapsulada adentro, mientras que en la superficie queremos acoplar nanopartículas de oro o nanoceras. Todo esto, para ayudar a la liberación del péptido en forma de calor, que permita mejorar la función cardíaca”, señala Bejarano, científico de origen colombiano.

Francisco Morales también explora métodos para lograr una correcta administración del péptido. En ese contexto, una de las medidas que plantea en su proyecto es poder modificar la molécula en sí misma, para hacerla más resistente y que pueda incrementar  su tiempo de circulación en el organismo.

“Aprovechando las propiedades físicas y nanométricas de las partículas y diferentes componentes, podemos pensar en una suerte de nanolego, donde existen piezas que hacer calzar y diversos objetivos. En este caso, nos importa que las partículas se unan directamente al corazón”, señala Morales. Si se logran validar estos métodos, los estudios también podrían tener utilidad en la  generación de tratamientos para otras enfermedades, según estima Francisco Morales.

Beneficios del péptido

La angiotensina 1-9 es un péptido pequeño de nueve aminoácidos que circula en el organismo. Su acción fue descubierta hacia el año 2008, estudiando modelos animales con enfermedades cardiovasculares e hipertensión. En esa oportunidad, la Dra. María Paz Ocaranza, académica de la Universidad Católica, junto a su equipo investigador, observaron una disminución en la concentración de esta molécula.

Asimismo, describieron que al administrar el péptido de forma exógena, la presión arterial de los animales disminuía y mejoraba la función cardíaca.

Bajo ese contexto, el Dr. Francisco Morales advierte numerosos beneficios en el uso y estudio de la angiotensina 1-9.  “Éste es un péptido natural, que se produce en el propio organismo de las personas, por tanto, eso favorece que su empleo no genere contraindicaciones. Por otro lado, la molécula también es muy interesante como marcador de riesgo cardíaco. De esta manera, poder medir sus niveles en sangre, permitiría saber si la persona tiene o no riesgo cardiovascular, facilitando además el diagnóstico de enfermedades cardíacas”, explica Morales.

(Por: Carolina Todorovic. Agencia Inés Llambías Comunicaciones).

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